
Aunque se trata de un cómic inspirado indiscutiblemente en el primer Flash Gordon las diferencias quedan puestas de manifiesto rápidamente debido a la vulnerabilidad del protagonista. Si Flash es el típico héroe invencible no sucede lo mismo con Carlos de Lara que se ve obligado a pedir ayuda repetidamente para poder salir de las dificultades en las que se mete.
Estamos en 1948, en pleno bloqueo económico y político, y el guionista es el mismo autor de las novelas de El Coyote. Esto significa tener garantizada la vena españolista y que de manera semioculta, pero omnipresente y a punto de emerger, se entrevea un canto al heroísmo, la valentía, el honor, la nobleza y la caballerosidad de los conquistadores hispánicos que consiguieron conquistar medio mundo para la corona de Castilla y la iglesia católica.
En medio del desierto del Sahara se está rodando una película de ciencia-ficción. Una tempestad de arena obliga a Carlos, el actor protagonista, y a un cámara, a refugiarse en lo que ellos creen un decorado y que resulta ser una auténtica nave espacial llegada a la Tierra para obtener armas terrestres y llevársela a Ulus, una de las lunas de Júpiter en donde ha estallado una guerra entre distintos reinos. La avanzada tecnología de los ulianos hace que unos y otros dispongan de medios para neutralizar sus modernas armas con lo que confían en las obsoletas armas terrestres para soslayar las defensas enemigas. Como se da por supuesto que los recién llegados son los buenos, Carlos y su amigo se apuntan al viaje porque un español no desperdicia una oportunidad así.
La ingenuidad de la historia la hace divertida. Una nave espacial alcanzada por un proyectil cae hacia el planeta siguiendo una trayectoria, primero helicoidal, que desafía toda verosimilitud y razón. Las leyes de la física son totalmente ignoradas y en el vacío más absoluto se permitan giros de noventa grados (no en cuarto de circunferencia, sino en ángulo recto) observar combustiones producidas por explosiones y no tener ningún problema para aplicar de repente aceleraciones fabulosas prescindiendo siempre de todo tipo de fuerzas incluidas las gravitatorias. Claro que no hay que reprochar mucho a los autores tales desaguisados cuando se sigue haciendo lo mismo en muchas de las actuales películas starwarquianas.
Siguiendo el modelo raymondiano en Ulus existen distintas especies inteligentes. Al lado de la más importante y dominante, con una apariencia exactamente igual a la de los terrestres, encabezada por la princesa Klea (que, naturalmente, se enamorará de Carlos) existen los hombres-perro no demasiado inteligentes pero absolutamente fieles y obedientes a los primeros más independientes con una cabeza parecida a la de los gatos. En el conflicto entablado los malos viajan a la Tierra para alistar en sus filas a miles de desertores de la legión francesa acompañados de voluntarios árabes. En respuesta los buenos importan ochenta mil soldados de la legión española comandados por el coronel Martínez y que son llevados a Ulus por medio de una especie de aspirados gigantesco que les hace viajar por el espacio sin ningún tipo de nave ni de protección. Naturalmente, en pocas páginas los españoles vencen a franceses, árabes y ulusianos malos y son devueltos a la Tierra cargados de oro.
Es un ejemplo de lo que se entendía por ciencia-ficción en aquella época. Con el mismo argumento, prescindiendo del aspecto físico de los personajes y del atrezzo, los autores podían haber hecho un western o un cómic bélico. Y, a pesar de ello, el éxito de público fue considerable. Tanto que, insólitamente en aquel momento, se reeditó como cuadernos monográficos.
Los autores

José Mallorquí Figueroa (Barcelona, 1913 - Madrid, 1972) Tras una niñez y adolescencia difíciles que moldearon su carácter, a José Mallorquí le sonríe por primera vez la fortuna a los 18 años al heredar de su madre. Eso le permitió resarcirse, llevando una vida holgada hasta que en 1933, comienza a trabajar para la Editorial Molino como traductor. La Guerra Civil la pasó en Buenos Aires, elaborando trabajos tanto para el mercado local como el español. Vuelve al finalizar la guerra y los trabajos publicados en Argentina Hombres Audaces y La Novela Deportiva, son a ser reditados en España. Para entonces La producción de Mallorquí se amplia con series como Tres Hombres Buenos o Duke inspirados en personajes de la literatura popular americana. En 1943 empieza a escribir para la editorial Clíper (aunque el primer episodio apareció en Molino) su serie más famosa, El Coyote, de la que escribió decenas de novelas e incluso tuvo su versión en cómic. La obra de Mallorquí es extensísima y abarca todos los géneros de la literatura popular, de la ciencia-ficción a la divulgación cientítica, valiéndose de todos los medios; relato, novela y guiones tanto para cómic como radiofónicos.

Francisco Darnís Vicente (Barcelona, 1910-1966) Ebanista de profesión, se dedicó al dibujo tras un accidente que le mantuvo inactivo, perfeccionado su estilo bajo la guía de José Segrelles, aunque la mayor parte de su formación es de caracter autodidacta (inspirandose en gran medida en Alex Raymond) Trabajó para prácticamente todas las editoriales importantes de la época (Toray, Bruguera, etc.) y en colecciones míticas como El Coyote o Hazañas bélicas dando vida a personajes no menos recordados: El jinete del espacio (con guiones de José Mallorquí) El inspector Dan, o El jabato (con guiones de Víctor Mora)