
Confieso mi incapacidad para entender el entusiasmo que provocan en numerosos lectores los superhéroes americanos. Unos individuos con vestimentas extrañas, a menudo, con un coeficiente intelectual que haría avergonzar a cualquiera, y atormentados por unos problemas que reclaman urgente tratamiento psiquiátrico, que van por ahí corriendo, saltando, volando, escalando edificios y repartiendo mamporros en defensa de los sacrosantos valores del sistema capitalista, depredador y antidemocrático.
Puedo entender la admiración que despiertan entre los adolescentes como consecuencia de las dificultades del paso de la infancia a la madurez, pero me cuesta comprender que una persona adulta que va al teatro, lee libros y ve buen cine pueda sentirse atraída por esta pandilla de tarados. Cualquiera puede saber que un exceso de radiaciones puede provocar cáncer. Cualquiera menos los guionista de cómics que se empeñan en hacernos creer que una adecuada dosis de radiaciones puede volver invisible a Sue Storm, sobrepasar el límite de elasticidad y convertir el cuerpo de Reed Richar en plastilina pura, convertir en antorcha inagotable a Johnny Storm y petrificar a Benjamin Grimm.
Todo eso es lo que sucede en Fantastic Four. Los que nos contaban, de pequeños, que una rana podía convertirse en príncipe se quedaron cortos. Parece increíble que con estos elementos literarios producto de la imaginación de Stan Lee, Jack Kirby haya conseguido hacer un cómic de éxito. Hay que reconocer que Kirby es un auténtico maestro dibujando, planificando, encuadrando y montando. Pero pienso que es una lástima malgastar este talento al servicio de este tipo de cómics y que unos guiones con pies y cabeza (sirven por ejemplo los de Rip Kirby o Li´l Abner) podría haber producido una obra maestra.
El cómic no son solo dibujos por impactantes que sean, es una historia narrada mediante dibujos y texto. Y aquí le falta la mitad. Una verdadera lástima. Por suerte para el lector fan no todos los críticos opinan igual.

Los autores

Stan Lee (Nueva York, 1922 - Los Ángeles, California, 2018). Empezó a escribir profesionalmente muy joven, a los 17 años. Ya desde 1942 colaboró con Joe Simon y Jack Kirby, la incorporación de éstos a Timely Comics convirtió a Lee en uno de los principales guionistas de la editorial, y posteriormente en responsable editorial. A principios de la década de los 60 tuvo la idea de renovar los ya muy sobados superhéroes, redefiniendo los orígenes de muchos de estos y creando otros nuevos. Los supers no pierden sus poderes pero ganan en profundidad humana, de defensores de la ley se transforman en defensores de la justicia, con los inevitables matices que eso conlleva, y se convierten en víctimas de conflictos filosóficos a cual más enrevesado. En los años 80 Lee abandona progresivamente el trabajo creativo para volcarse en el control de sus negocios.

Jack Kirby (Nueva York, 1917 - Thousand Oaks, California, 1994) Su primer trabajo fue en 1935 los estudios de Max Fleischer como ayudante en series de animación tales como Betty Boop o Popeye. Durante la segunda mitad de los años 30 dibujó una buena cantidad de cómics bajo el pseudónimo de Jack Curtiss para Jumbo Comics. En 1941 adoptó definitivamente el de Jack Kirby (su nombre de nacimiento era Jacob Kurtzberg) al asociarse con Joe Simon para el lanzamiento de Captain Marvel para Fawcett Publications. El mismo año lanzaron Captain America. Tras dos décadas de producción ininterrumpida llega 1961 y en asociación con Stan Lee crean The Fantastic Four y Thor (en 1962) Kirby es uno de los dibujantes clásicos más conocidos de los Estados Unidos, donde creo escuela gracias a su sentido de la dinámica y la composición de las planchas. Murió en California en 1994.