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EL ENIGMA DE OTRO MUNDO
EL ENIGMA DE OTRO MUNDO EE.UU., 1951
Título original: The Thing
Dirección: Christian Nyby, Howard Hawks (sin acreditar)
Guión: Charles Lederer (John W. Campbell Jr.)
Producción: Winchester Productions, para la RKO
Música: Dimitri Tiomkin
Fotografía: Russell Harlan
Duración: 87 min.
IMDb: tt0044121. Doblaje: (es-ES)
Reparto: Margaret Sheridan (Nikki); Kenneth Tobey (Capitán Patrick Hendry); Robert Cornthwaite (Dr. Carrington); Douglas Spencer (Scotty); James R. Young (Teniente Eddie Dykes); Robert Nichols (Teniente Ken McPherson); William Self (Cabo Barnes); Eduard Franz (Dr. Stern); Sally Creighton (Mrs. Chapman); James Arness (La Cosa)

Tiempo estimado de lectura: 7 min 26 seg

Sinopsis

Un destacamento de la USAF, al mando del capitán Hendry, es enviado al círculo polar ártico para investigar el avistamiento de un extraño objeto volador que parece haberse estrellado en una zona cercana a una estación científica. La nave, supuestamente de procedencia extraterrestre, está cubierta por el hielo, y cuando el equipo de Hendry intenta recuperarla, empleando cargas térmicas, estalla. Sin embargo, su tripulante ha logrado salir de ella, quedando atrapado en un bloque de hielo. Hendry y sus hombres llevan al espécimen congelado a la base, donde los científicos, encabezados por el doctor Carrington, deciden descongelarlo y someterlo a estudio. Pero cuando el alienígena se reanima, se revela como un violento ser de naturaleza vegetal, que se convierte en una amenaza para los humanos. En contra del parecer de Carrington, que aboga por preservar a cualquier coste a ese ente único, Hendry se propone eliminar a esa peligrosa criatura. Pero el extraterrestre es inmune a las balas e incluso al fuego, convirtiéndose en una auténtica pesadilla para el capitán y sus hombres, mientras una terrible ventisca se abate sobre la base.

Un extraño descubrimiento
Un extraño descubrimiento

La auténtica Edad de Oro del cine de ciencia-ficción se concentra en los años 1950, una década en la que se rodaron las cintas más míticas e influyentes del género, casi siempre circunscritas a la Serie B. Películas de bajo e incluso en ocasiones ínfimo presupuesto, pero con unos guiones espléndidos e imaginativos.

Como es obvio, dadas las limitaciones técnicas de la época, sumadas a las presupuestarias, características del marco de producción en que se rodaron, la mayoría de aquellos films ostentaban un estilo casi artesanal que, paradójicamente, se ha convertido en uno de sus valores más apreciados. El contraste es aún más notorio si se comparan esas modestas pero geniales películas con las aparatosas producciones actuales del género, con carísimos y en ocasiones absolutamente increíbles efectos de última generación y presupuestos multimillonarios, pero con unos guiones tan pobres y esquemáticos que dan grima. Si a todo esto le sumamos imposiciones ideológicas espurias, nos encontraremos con que, hasta las cintas más casposas de antaño, como las surgidas de la imaginación de Ed Wood, eran mejores que muchos blockbusters actuales.

Como es lógico, en la extensa producción de cintas de ciencia-ficción de serie B de los 1950 también hay categorías. De un lado tenemos una pléyade de films de puro consumo, rodados en semanas, algunos incluso en apenas unos días, concebidos para nutrir a las salas de exhibición de los circuitos secundarios y a los autocines de entonces, a los que mayoritariamente acudían los jóvenes de la época. De otro, un puñado de películas que, aún respondiendo a los mismos modestos baremos de producción de las anteriores, ostentaban una calidad artística superior, bien por estar dirigidos o producidos por eficaces profesionales, bien por contar con guiones muy cuidados, en ocasiones basados en obras literarias de cierta enjundia. Este es el caso de EL ENIGMA DE OTRO MUNDO, cuyo argumento se inspira en ¿HAY ALGUIEN AHÍ?, novela corta que William W. Campbell Jr. (1910-1971) publicó en la revista Astounding Science Fiction en 1938, bajo el seudónimo Don A. Stuart. Se da la circunstancia de que, cuando su relato apareció en las páginas de dicha revista, Campbell acababa de convertirse en editor de esa misma publicación.

No obstante, si bien EL ENIGMA DE OTRO MUNDO se filmó como una típica película de Serie B, en realidad gozó de un presupuesto muy superior al de otras cintas similares, algo en lo que se cree que tuvo mucho que ver su productor, el gran Howard Hawks (1896-1977). De hecho, hoy se sabe que su coste fue de 1.600.000 dólares, más o menos la cantidad que invertían los Estudios en una cinta A. Esto convierte a EL ENIGMA DE OTRO MUNDO en el primer film de ciencia-ficción de primera línea, por decirlo de algún modo, hecho en Hollywood. Es interesante señalar que, considerando la inflación posterior, esa suma equivaldría, más o menos, a la mitad de lo que gastó John Carpenter en LA COSA (THE THING, 1982) su adaptación de la obra de Campbell realizada treinta años después.

Los verdaderos impulsores del proyecto fueron los guionistas Charles Lederer y Ben Hetch, que habían leído la novela de Campbell e intuido sus posibilidades de cara a una adaptación cinematográfica. Ambos consiguieron convencer a Hawks, que hasta entonces no había tenido ninguna relación con la ciencia-ficción, para que adquiriera sus derechos para el cine, lo que hizo por unos módicos 1.250 dólares. Esto ocurría en 1950. Lederer figura en los créditos como el único guionista, pero, en realidad, muchos pasajes de su texto original fueron corregidos e incluso alterados en algunos aspectos por Hetch y el propio Hawks.

Todos a una contra el invasor
Todos a una contra el invasor

Dadas las limitaciones de los efectos especiales de la época, se alteró la naturaleza fundamental del alienígena, descrito por Campbell como una forma de vida capaz de adquirir las características físicas e incluso mentales de cualquier ser que encuentre. Así, el extraterrestre pasó a ser una especie de vegetal de apariencia humanoide, que se asemejaba mucho a un vampiro clásico, pues debía consumir sangre animal como sustento. Aunque se temía que el concepto de monstruo vegetal vampírico andante resultara ridículo e increíble para los espectadores, lo cierto es que la pavorosa criatura encarnada por James Arness es hoy una de las más icónicas del cine clásico de ciencia-ficción.

Durante los últimos setenta y cuatro años, en la práctica desde el estreno de la película, se ha venido debatiendo quién fue realmente el director de la misma. A efectos legales cinematográficos, el responsable último de la realización es quien figura en los créditos; de modo que es indiscutible que la dirección de EL ENIGMA DE OTRO MUNDO correspondió a Christian Nyby. Otra cosa es la influencia más o menos marcada del productor, y, en este caso concreto, la impronta de Howard Hawks es perfectamente reconocible en detalles tales como el canto a la camaradería militar, la noción viril de la amistad, o la característica e inconfundible ironía misógina que predomina en las escenas entre Kenneth Tobey y Margaret Sheridan.

De todas formas, conviene recordar que Christian Nyby (1913-1993) fue uno de esos grandes artesanos del séptimo arte que, sin llegar a alcanzar la categoría de cineastas de raza, mucho menos de maestros del cine, asimilaron bien las enseñanzas de los grandes directores, cuando tuvieron ocasión de colaborar con ellos. Nyby había trabajado a las órdenes de Hawks anteriormente, y cabe imaginar que conocía muy bien el estilo de ese monstruo sagrado de la creación cinematográfica. Nyby había sido el montador de RÍO ROJO (RED RIVER, 1948), el primer western de Hawks, labor por la que fue nominado a un Oscar de la academia, aunque perdió en favor de Paul Weatherwax y su espléndido trabajo en LA CIUDAD DESNUDA (THE NAKED CITY, Jules Dassin, 1948). También había realizado idéntica función en EL SUEÑO ETERNO (THE BIG SLEEP, 1946).

Por la película desfilan los personajes típicos de aquel cine de Serie B que, salvo honrosas excepciones, se inspiraba en la literatura Pulp. Ofrece un retrato decididamente heroico del grupo de aguerridos militares, encabezados por el soldado de una pieza, honesto y sin debilidades psicológicas, encarnado por Kenneth Tobey. El plantel de personajes se completa con la inclusión de una mujer, cuyo comportamiento y actitud resulta sorprendentemente moderno, que no feminista en la abyecta acepción del término hoy día, magníficamente interpretada por Margaret Sheridan. En cuanto a los científicos, parecen interesarse más por lo que puedan aprender de esa criatura que por el peligro que representa. El villano de la función es el doctor Carrington, cuya obsesión por preservar a ese ser, incluso a costa de alguna vida, entronca con la tradición del Mad Doctor visto en tantas películas del género. No obstante, aunque en determinados momentos el científico interpretado por Robert Cornthwaite semeje un loco inconsciente, al final el personaje de Carrington se redime un tanto, pues se nos informa que, tras ser atacado por el alienígena, todavía sigue vivo y se halla en proceso de recuperación. En el primer borrador del guión Carrington perecía asesinado por el monstruo extraterrestre, pero, al parecer, esto se cambió por voluntad de Hawks.

El rodaje no estuvo exento de dificultades. El mayor escollo lo representaba la creación del ente extraterrestre, para el que se diseñó un traje especial que no acabó de dar el resultado apetecido por Nyby y Hawks, lo que quizá explica en parte que las escenas en las que aparece el ser vegetal se filmasen en condiciones de semi penumbra. James Arness odiaba ese traje, porque, en su opinión, le hacía parecerse a una especie de zanahoria antropomorfa, lo que inspiró una de las frases más memorables del film, pronunciada por el personaje de Scotty. Se rodaron algunos primeros planos de Arness caracterizado como el alienígena, pero Hawks decidió suprimirlos en el montaje final, porque daban más risa que miedo. Curiosamente, el que nunca se vea con detalle el rostro del monstruo le vino muy bien a la ambientación de la película, porque una regla no escrita del cine afirma que siempre resulta más inquietante, incluso más terrorífico, aquello que se imagina que lo que se ve con claridad.

El fin del monstruo
El fin del monstruo

Los efectos especiales son artesanales, incluso en algunos casos rudimentarios, pero cumplen perfectamente la función para la que fueron concebidos. El más impresionante sigue siendo el del alienígena convertido en una tea viviente. Esta fue, posiblemente, la primera vez que en el cine se veía algo así. En la posterior LA GUERRA DE LOS MUNDOS (THE WAR OF THE WORLDS, Byron Haskin, 1953), hay una secuencia parecida, pero no es ni de lejos tan espectacular. Para rodarla se empleó un traje de asbesto, complementado con un casco de fibra de vidrio dotado de máscara de oxígeno. Como es obvio, Arness fue sustituido por el doble Tom Steele. Fue, con diferencia, el segmento de la película más difícil de rodar. Se filmó en una sola toma, sin interrupciones ni reajustes. Como el set de rodaje iba a ser pasto de las llamas, todos los actores que aparecen en la impactante escena eran, en realidad, dobles de riego. Un equipo anti incendios, con extintores de nieve carbónica, se apresuró a extinguir el fuego apenas se rodó la toma.

Kenneth Tobey (1917-2002) realizó en esta película la mejor y más famosa interpretación de su carrera, convirtiéndose en un característico muy solicitado para papeles secundarios o de soporte. Posteriormente participó en EL MONSTRUO DE TIEMPOS REMOTOS (THE BEAST FROM 20.000 FATHOMS, Eugene Lourie, 1953), además de protagonizar SURGIÓ DEL FONDO DEL MAR (IT CAME FROM BENEATH THE SEA, Bobby Gordon, 1955), por citar sólo un par de trabajos suyos en el cine de ciencia-ficción. En 1957 produjo y protagonizó Patrulla de helicópteros (Whirlybirds), serie televisiva en la que interpretaba a Chuck Martin, propietario de una flotilla de estas aeronaves, que colaboraba en ocasiones con la policía o los bomberos, sobre todo forestales, además de alquilar sus servicios a particulares. La serie tuvo un considerable éxito, manteniéndose en producción durante tres temporadas. Tobey intervino también como actor invitado en otras muchas producciones para la pequeña pantalla, como Bonanza, La ley del revólver (donde volvería a encontrarse con James Arness), Galería nocturna, Columbo, Kung Fu, Starky y Hutch o La casa de la pradera. También apareció en ATERRIZA COMO PUEDAS (AIRPLANE! Jim Abrahams / David Zucker / Jerry Zucker, 1980). Joe Dante, que lo admiraba desde que había visto de niño EL ENIGMA DE OTRO MUNDO, le llamó para AULLIDOS (THE HOWLING, 1981), en la que también trabajaron dos rostros populares del cine de ciencia-ficción de Serie B, como John Carradine y Kevin McCarthy. Tuvo también un papel secundario en GREMLINS (Ídem, 1984) y en su secuela, GREMLINS 2: LA NUEVA GENERACIÓN (GREMLINS 2: THE NEW BATCH, 1990), ambas dirigidas también por Dante. Inmediatamente después de EL ENIGMA DE OTRO MUNDO, intervendría en una aclamada cinta negra de la RKO Radio Pictures: CARA DE ÁNGEL (ANGEL FACE, Otto Preminger, 1952). También aparecería en un episodio de Star Trek: DS9.

Un caso curioso fue el de Margaret Sheridan (1926-1982), que sorprende agradablemente al espectador no sólo por su belleza, sino por su naturalidad y aplomo ante la cámara, teniendo en cuenta que esta fue su primera película. Sheridan, que había empezado su carrera como modelo, fue descubierta por Hawks, quien, al parecer, tenía grandes expectativas profesionales para ella. Llegó a ofrecerle el papel de Tess Millay en la antes mencionada RÍO ROJO, pero tuvo que rechazarlo porque estaba embarazada, de modo que el personaje recayó en Joanne Dru (1922-1996). Hawks volvió a llamarla para el film que nos ocupa. Aunque posteriormente aparecería en varios largometrajes y series televisivas, abandonaría la interpretación a mediados de la década siguiente, convirtiéndose en agente de bienes raíces. Según contaría Hawks años más tarde, el matrimonio, la maternidad y el divorcio cambiaron profundamente a Margaret, que, en palabras del maestro: Nunca volvió a ser la misma mujer. Su intervención en EL ENIGMA DE OTRO MUNDO le ha asegurado la inmortalidad, como una de las heroínas más recordadas del cine de ciencia-ficción.

Si se pregunta sobre el asunto a muchos admiradores de esta película, que aseguran haberla visto en varias ocasiones, uno se sorprende al descubrir que varios de ellos afirman categóricamente que Margaret Sheridan es la única mujer que aparece en el film. Esto, evidentemente, no es cierto, pues ahí tenemos a la señora Chapman, interpretada por Sally Creichton. Pero esto es, hasta cierto punto, entendible, porque su personaje apenas aparece en pantalla, y encima tiene muy pocas líneas de diálogo. No se puede juzgar, por tanto, su valía como actriz, porque en la cinta de Nyby no tiene ninguna oportunidad de lucimiento, y da la impresión de estar ahí como mero relleno. Pero el hecho de que su carrera posterior se limitase a tres intervenciones secundarias en otras tantas cintas no parece avalar su talento profesional, aunque admito que puedo estar equivocado en mis apreciaciones al respecto, y que el colapso de su carrera actoral se debiera a otros factores.

Robert Cornthwaite (1917-2006) era un formidable actor teatral, que se labró una reputación profesional en el cine de ciencia-ficción. Apareció en la ya citada LA GUERRA DE LOS MUNDOS, COLOSSUS, EL PROYECTO PROHIBIDO (COLOSSUS: THE FORBIN PROJECT, Joseph Sargent, 1970), MUNDO FUTURO (FUTURE WORLD, Richard T. Heffron, 1976) o LADRONES DEL TIEMPO (TIME TRACKERS, Howard R. Cohen, 1989), además de trabajar en innumerables series de televisión como artista invitado.

James Arness (1923-2011), el monstruo de la función, que era hermano de Peter Graves (1926-2010), empezó a ser reconocido en Hollywood por su participación en dos películas a medida del gran John Wayne: El drama anticomunista EL GRAN JIM McLAIN (BIG JIM McLAIN, Edward Ludwig, 1952) y el western HONDO (Ídem, John Farrow, 1953). Nunca tuvo buena opinión de su personaje en EL ENIGMA DE OTRO MUNDO, no así del film en sí mismo, que consideraba un hito de la ciencia-ficción cinematográfica. Además de por la cinta de Nyby, los aficionados al género le recordamos con cariño por su trabajo en LA HUMANIDAD EN PELIGRO (THEM! Gordon Douglas, 1954). Sus mayores éxitos los alcanzaría en la pequeña pantalla, con series de vaqueros como La ley del Revolver y La conquista del Oeste, o policiales, como La ley de McClain.

La nota cómica en EL ENIGMA DE OTRO MUNDO corre a cargo de Scotty, el reportero interpretado por Douglas Spencer (1910-1960), otro de esos correctos actores de reparto que se batieron el cobre con dignidad en innumerables producciones. Como el resto de los integrantes del no muy destacado elenco, hoy es básicamente recordado por su intervención en esta mítica cinta.

EL ENIGMA DE OTRO MUNDO, al igual que otras muchas películas, ha sido víctima de críticas feroces e injustas, pobremente sustentadas en argumentos fútiles o en prejuicios ideológicos de ciertos supuestos cinéfilos progres, que siempre han considerado a Howard Hawks un reaccionario o incluso un fascista. Algo parecido a lo que ocurrió en su día con BLADE RUNNER (Ídem, Ridley Scott, 1982), que fue destrozada por los profesionales de la crítica cinematográfica..., para ser rehabilitada años después, y sin que se les subieran los colores, por los mismos que la habían denostado al principio. Los críticos de oficio nos obsequian a veces con disparates semejantes.

En 1982, como dije antes, John Carpenter dirigió LA COSA, que adaptaba más fielmente el relato de Campbell. Hoy considerado uno de los mejores films de ciencia-ficción jamás producidos, en su momento fue destrozado por la crítica, a lo que no fue ajeno que por aquel entonces triunfara, en las taquillas del mundo entero, E. T., EL EXTRATERRESTRE (E. T., THE EXTRA-TERRESTRIAL, Steven Spielberg, 1982), que presentaba una imagen positiva e incluso bonachona de los alienígenas. Pero esa es otra historia.

Si bien la obra de Carpenter es soberbia en todos los aspectos, quizá porque soy un cinéfilo de raza, curtido en el visionado de innumerables clásicos, sigo considerando como muy superior EL ENIGMA DE OTRO MUNDO, un film magistral, que gana enteros con cada nueva revisión.

© Antonio Quintana Carrandi,
(2.679 palabras) , 14 de febrero de 2025 Créditos
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