
La química es la ciencia dedicada a los cambios en la estructura y composición de la materia. Desde la más remota antigüedad el hombre ha jugueteado con las sustancias que tenía a su disposición. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de numerosos alquimistas medievales, no es posible hablar de química como tal hasta mediados del siglo XVIII, cuando gracias a los esfuerzos del francés Lavoisier se produjo una sistematización de los conocimientos sobre los cambios de la materia y las propiedades de los elementos químicos que la constituyen.
En la actualidad esta ciencia afecta a todas las actividades humanas, y ha transformado completamente nuestra sociedad. La química moderna se ha escindido en numerosas especialidades. Así, la química orgánica estudia la infinita gama de compuestos del carbono; la inorgánica, los compuestos de los restantes elementos; la química física estudia la relación de los procesos físicos en los cambios de la materia, y abarca entre otras la termodinámica química y la electroquímica; la química analítica hace hincapié en los métodos de análisis y observación de la materia; la química industrial en la fabricación a gran escala de sustancias químicas; la bioquímica, estudia los procesos que tienen lugar en los organismos vivos; la metalurgia, estudia los metales
La química ha sido tradicionalmente una pariente pobre dentro de la familia de la ciencia, y la ciencia-ficción no es ajena a este hecho. Debido a que la física se lleva la parte del león, resulta difícil encontrar obras del género en las que la química posea un peso importante, aunque existen un puñado de buenas obras que debemos agradecer a esta ciencia. La más conocida de ellas es probablemente el relato de Isaac Asimov titulado LAS PROPIEDADES ENDOCRÓNICAS DE LA TIOTIMOLINA RESUBLIMADA, una hilarante parodia de los artículos científicos en la cual se describe un estudio de las propiedades químicas de una substancia imaginaria (la tiotimolina) que presenta la peculiaridad ¡de que se disuelve antes de añadirle el agua! Asimov relata en sus memorias que escribió este relato en plena fase de redacción de su tesis doctoral, lo que evidentemente influyó en su estado de ánimo. Posteriormente el Buen Doctor escribió varias secuelas sobre las aplicaciones prácticas de la tiotimolina, incluso para la construcción de una máquina del tiempo, pero carecen de la frescura de su primer relato.
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