Normalmente, el cine coreano, y siempre hablaremos de Corea del Sur, se ha destacado por producir películas de terror espeluznantes. DOS HERMANAS, HOSPITAL MALDITO, EN PRESENCIA DEL DIABLO, TREN A BUSAN... respecto a la ciencia-ficción han tenido menos repercusión, he tenido que rebuscar un poco y con fama internacional solo se destaca SNOWPIERCER, aunque su equipo fue multinacional. Hay quien también incluye TREN A BUSAN (ambas del multipremiado Bong Joon-ho) pero no se si una de zombis se puede clasificar como tal. Yo solo he visto BARRENDEROS ESPACIALES, pura acción y entretenimiento.
Con tan poco bagaje empecé Mar de la Tranquilidad con cierto recelo. Por experiencia se que las producciones orientales son muy desconcertantes en su arranque, será una cuestión cultural, pero la presentación de caracteres, ritmo y forma de narrar son diferentes a las que nos han acostumbrado desde yankilandia, y hay que ser indulgente antes de empezar a sacarle punta a los teóricos defectos.
La serie es la adaptación de un cortometraje previo de 2014, del mismo nombre, de su director, Choi Hang-Yong, bajo guiones de Eun-kyo Park La premisa parte de la escasez de agua en la Tierra, hasta el punto de que está racionada hasta la última gota. En una base de la Luna se han hecho prometedores avances para conseguir un a modo de agua sintética, pero repentinamente la comunicación con la base se corta y se decide enviar un equipo de investigación y, si es posible, rescate.
La nave llega a la Luna pero con la mala fortuna de producirse un incidente justo antes de alunizar que a punto está de acabar en desastre. La expedición debe terminar el acercamiento a la base a pie, y una vez allí encuentran la estación tan muerta como sus habitantes. Poco a poco irán descubriendo pistas que les encaminarán a las causas del desastre, y entre conspiraciones, traiciones y sorpresas poco agradables, terminarán por dar con todas las explicaciones y resolver todos los misterios.
Pese a mi reticencia inicial tengo que reconocer que la serie se desarrolla al ritmo justo y dando la información pausadamente, pero sin hurtar detalles al espectador. En ese sentido funciona como cualquier otro clásico del género. El primero que se viene a la memoria es, obviamente, ALIEN. Efectivamente, no hace falta ni decir que en la base lunar hay algo
, de hecho me hubiera parecido un giro de guión bastante original que el conflicto se hubiera limitado solo a los miembros de la expedición de rescate.
De nuevo, hablando de complejos inmensos y abandonados rememoramos por un lado Stargate: Universe, con sus largos y misteriosos pasillos, y por otro ATMÓSFERA CERO, donde el peligro estaba a la vuelta de cada esquina. Para esta ocasión Netflix no ha parado en gastos y los decorados, ambientación y efectos especiales son sobresalientes, y tanto los exteriores lunares como el laberinto de pasillos, laboratorios, cámaras ocultas y conductos de aire es a la vez inquietante y espectacular.
La protagonista es una vieja conocida, Bae Doona, que se nos ha hecho conocida gracias a las Wachowski, puesto que la llamaron para EL DESTINO DE JÚPITER, EL ATLAS DE LAS NUBES y Sense 8, teniendo bastante protagonismo es éstas dos últimas. En esta serie interpreta a la doctora Song Ji-an, que se apunta a la expedición porque quiere averiguar el destino de su hermana, desaparecida junto al resto de la expedición previa a la Luna. La expedición la comanda el capitán Han Yoon-jae (Gong Yoo), rígido y reglamentista y que tiene como objetivo cumplir estrictamente la misión para volver a la Tierra para curar a su hija enferma y elevar su cuota de consumo de agua. Al igual que ocurre en las películas de Alien, el resto de la tripulación es un grupo de camisas rojas
perfectamente prescindibles, alguno con más protagonismo que otro.
Serie mas que digna, que va ganando episodio a episodio, y que sin ofrecer una rabiosa originalidad, si se hace agradable de ver.

