Este número de noviembre comienza con una novella bastante larga de título PHANTOM SENSE con un personaje central que sufre de estrés postraumático de combate, y algo relacionado con sus seres más cercanos. No puedo contar más porque no he pasado de las primeras páginas dado que ni me gusta el tema ni la forma en que es tratado por Lovett y Niemann-Ross, ya que para leer novela psicológica y de profundidades personales tengo otras fuentes. Al relato le sigue, en el Science Fact, un artículo de los mismos autores sobre el estado del arte actual de los elementos que conforman el sentido del que se habla en la obra, que no es otra cosa que un conjunto de extensiones mecánicas y biológicas que convierten al combatiente en una plataforma perfecta de observación pues dichas extensiones las conforman insectos y otros elementos teledirigidos mediante una combinación de mente y rutinas de inteligencia artificial integradas en el propio cuerpo.
En THE ALTERNATE VIEW, Jeffrey D. Kooistra, otro habitual en la revista como Lovett, nos desgrana una serie de mensajes cruzados con Jefimenko (sea quien sea este individuo) sobre el retraso de los relojes normales ante efectos relativistas a velocidades habituales, formando parte de los truños infumables que a veces suelen publicarse en esta sección.
THE ZOO TEAM, de Allen M. Steele, es un relato muy bueno sobre un grupo de astronautas que están probando, aislados en una especie de estación espacial, los efectos del aislamiento de varias personas durante un largo período de tiempo ante un futuro viaje a Marte, ya que el anterior estuvo a punto de fracasar estrepitosamente por incompatibilidades entre los diferentes viajeros. El punto fuerte está en que los seleccionados son un trío de impresentables (o casi) que han sido elegidos para contrastar con el otro grupo, que es el preferido. La realidad se mostrará más brusca de lo que parece y, tras un nuevo fracaso del otro grupo... En mi opinión, imprescindible su lectura.
Otro relato de corte un tanto humorístico es THE DEADLIEST MOOP (Michael A. Armstrong) Unos chatarreros espaciales (que tienen la misión de recoger los restos de satélites que cubrirán a nuestro planeta en un futuro no tan lejano) se encuentran con un extraño artefacto que proceden a inspeccionar de una forma harto chapucera y arquetípica de estos personajes y que, durante dicho proceso, destruyen sin querer, sin darse cuenta del valor del mismo. Tiene un final original e inesperado, que no voy a contar aquí pero que convierte el relato en algo interesante.
CONTAMINATION de Jay Werkheiser narra una historia un tanto atípica por el argumento. Un grupo de ecologistas es encargado por el gobierno terrestre de vigilar que el planeta (situado en otro sistema solar) no sea visitado ni tocado por nadie, ya que está empezando a despertar a la vida, respetando rigurosamente las leyes de no intervención. Pero unos años después aparece otra nave dispuesta a colonizar el planeta. En el ínterin, la tierra ha sufrido una recesión y una serie de guerras y la política de no intervención ha quedado en agua de borrajas: lo que se necesita es un nuevo planeta en el que la humanidad pueda vivir de nuevo.
Aparte de la dificultad de traslado de mucha gente, el relato es una advertencia (o demostración) de que somos buenos mientras podemos permitírnoslo, pero cuando las cosas se tuercen...
¿Qué pasaría si un perro fuera capaz de predecir un terremoto? ¿Y si estuviera en el Fermilab, junto a su amo geólogo y a una chica psicóloga que están realizando estudios cruzados? Pues que cuando se descubre que si se ponen en marcha el CERN y el Fermilab de forma simultánea se puede producir un gigantesco terremoto... El argumento de HOWL OF THE SEISMOLOGIST de Carl Frederick, una vez establecido el principio citado, es el de la carrera de ambos (aparte de un científico japonés) por hacer que hagan caso de su descubrimiento y detengan ambos laboratorios, cosa que consiguen, como siempre en este tipo de relatos, al final y por los pelos.
Mucho me equivocaría si OUTBOND de Brad R. Torgersen no se convierte en un Hugo o en un Nebula, porque tiene todos los ingredientes para ello. Tras un conflicto global en el que las máquinas bélicas destruyen a casi toda la humanidad por un error en su programación, un chico, una mujer casada con un hombre que murió y pasó su cerebro al ordenador en que viajan, inician su periplo para encontrar a los que viven en la Nube de Oort. Y aquí paro de contar, solo mencionar la belleza y la delicadeza del relato, lo bien construido y equilibrado que está en todo momento, y el final que, sin ser apoteósico, está perfectamente logrado.