Saturno

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2001, UNA ODISEA ESPACIAL

Planeta del Sistema Solar, sexto en orden de distancia al Sol y segundo por el tamaño, después de Júpiter. Al igual que éste y que Urano y Neptuno, es un gigante gaseoso (es decir, no tiene superficie sólida tal como se entiende habitualmente) y su composición es principalmente de hidrógeno y helio, por lo que se le puede considerar asimismo un aborto de estrella que, por falta de suficiente masa, no llegó a iniciar en su interior los procesos de fusión nuclear característicos de éstas.

Su distancia al Sol es de unos 1.400 millones de kilómetros, tardando veintinueve años en recorrer su órbita. Su período de rotación es de unas 10 horas y media. En cuanto a sus datos físicos, su diámetro es 116. 400 km., su volumen equivale a 763 veces el de la Tierra y su masa es 95 veces superior a la de nuestro planeta. La gran diferencia existente entre la proporción en volumen y en masa indica que su densidad media es muy baja, inferior incluso a la del agua (concretamente de 0, 7 gramos/centímetro cúbico) la menor de todos los planetas gigantes.

Actualmente se conocen al menos 63 satélites de Saturno, en su gran mayoría descubiertos en estos últimos años. El mayor de ellos es Titán, el más grande del Sistema Solar junto con Ganímedes, mayor incluso que Mercurio con un diámetro de 5. 100 kilómetros. Otros satélites de tamaño importante son Tetis (1.000 km.) Dione (1.100 km.) Rea (1.500 km.) y Japeto (1.400 km)

Los satélites restantes son todos ellos de pequeño tamaño. Un primer grupo está formado por los satélites pastores, llamados así porque pastorean a los corpúsculos que constituyen los anillos, entre los cuales se sitúan sus órbitas. Son los siguientes: Pan, Atlas, Prometeo, Pandora, Epimeteo y Jano. Estos dos últimos comparten órbita, intercambiando periódicamente sus posiciones respectivas sin llegar a chocar entre ellos.

Un segundo grupo de satélites menores está formado por aquellos que describen órbitas internas, pero exteriores a los anillos e intercaladas con las órbitas de los satélites mayores: Mimas, Metone, Palene, Encélado e Hiperión, a los que hay que sumar Telesto y Calipso, troyanos de Tetis, y Helena y Polideuces, troyanos de Dione.

Durante un siglo largo Febe, descubierto en 1898 por Pickering, fue el más alejado de los satélites de Saturno y el único conocido de los que forman su complejo sistema exterior. También de pequeño tamaño (poco más de 200 km. de diámetro) describe una órbita muy excéntrica, inclinada y alejada de Saturno (el radio orbital es de casi 13 millones de kilómetros, cuando el correspondiente a Japeto, el último de los satélites anteriores, es de sólo tres millones y medio) presentando además movimiento retrógrado; tal como sucede con otros satélites exteriores de los planetas gigantes, se cree que pueda tratarse de un asteroide capturado por la atracción gravitatoria del planeta.

La mayoría de los satélites descubiertos entre 2000 y 2007, todos de pequeño tamaño, describen órbitas similares a la de Febe e incluso más alejadas, estando agrupados en tres familias distintas cada una de las cuales presenta características orbitales propias. Para ellos se ha seguido el criterio de otorgarles nombres ajenos a la mitología clásica (excepto, claro está, Febe) concretamente de la mitología inuit (esquimal) a la primera de estas familias, de la germánico-nórdica a la segunda y de la celta a la tercera, lo que ha enriquecido la onomástica del Sistema Solar con unos nombres tan exóticos como en ocasiones poco menos que impronunciables.

Para los nuevos satélites del sistema interno, por el contrario, se sigue respetando la nomenclatura tradicional, tomada de la mitología griega y más concretamente del ciclo de los titanes, como es el caso de Dafnis, Metone, Palene y Polideuces.

Aunque la existencia de anillos en torno al ecuador es un fenómeno general de los cuatro planetas gigantes, los anillos de Saturno son con diferencia los más espectaculares de los cuatro, y los únicos que son visibles con unos simples prismáticos. Los anillos agrupan toda la materia que no se pudo agregar en satélites de cierto tamaño debido a que se encuentran por debajo del límite de Roche, aunque las sondas espaciales Voyager descubrieron la existencia de varios satélites pastores, todos ellos de pequeño tamaño, en el interior del sistema de anillos de Saturno.

Debido a su espectacularidad, Saturno ha sido un escenario habitual dentro de la ciencia-ficción. Una de las novelas más conocidas del género, 2001, UNA ODISEA ESPACIAL, fija a Saturno como el destino final de la nave Discovery, alzándose el famoso monolito vigía de los enigmáticos seres galácticos en la superficie de su satélite Japeto. Sin embargo, al realizar la película homónima Stanley Kubrik sustituyó Saturno por Júpiter, lo que obligó a Arthur C. Clarke a hacer lo propio en su secuela 2010, ODISEA 2, con lo que se da la paradoja de una discrepancia de grueso calibre entre ambas novelas. De Clarke es también el relato ALBA DE SATURNO, mientras Neil R. Jones es el autor de SOLITARIO DE LOS ANILLOS DE SATURNO.

Incluso el propio Isaac Asimov sucumbió a la tentación, titulando una de sus novelas de la serie de Lucky Starr, precisamente, LOS ANILLOS DE SATURNO. Dentro de la obra asimoviana Saturno aparece de nuevo en A LO MARCIANO, donde sus anillos son utilizados para obtener agua y, ya de forma secundaria, en COMPRE JÚPITER.

Titán, satélite principal de Saturno, es escenario asimismo de varios relatos de ciencia-ficción, los cuales están descritos en la entrada correspondiente a este astro

En cuanto al cine, podemos reseñar la película SATURNO 3 (1980) ambientada en las lunas de este planeta.

© José Carlos Canalda, Jacobo Cruces Colado
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